Parir por cesárea puede convertir a su hijo en obeso




Parto por cesárea, ¿niño obeso? La sugerencia no es baladí si tenemos en cuenta que la tasa de esta operación quirúrgica (apertura de la matriz de la madre durante el alumbramiento) en España (25%) se mantiene muy por encima de lo recomendado por la OMS (10–15%) y que la obesidad infantil también nos desborda (18%). Aunque a simple vista parece enrevesado establecer una relación causal cesárea–obesidad, un estudio reciente de JAMA Pediatrics, que siguió durante 16 años a más de 22.000 individuos, la ha encontrado. Los investigadores, que tuvieron en cuenta la masa corporal de los participantes, si eran nacidos por cesárea o no y si las madres habían tenido cesárea previa o no –además de otros factores que pueden influir en la obesidad–, han observado que los nacidos mediante esta intervención quirúrgica presentan un 15% más de riesgo de desarrollar obesidad que los nacidos por vía vaginal y que incluso es algo que puede persistir en la vida adulta. En el caso de los pares de hermanos, la diferencia que se apreció era aún mayor: el nacido por cesárea presenta un 64% más de posibilidades de desarrollar obesidad que el de parto vaginal. "La cesárea es, sin duda, necesaria y salva vidas en muchos casos, pero tiene riesgos tanto para la madre como para el recién nacido. El de obesidad en la descendencia puede ser otro factor a considerar", dice Jorge Chavarro, profesor de nutrición y epidemiología en la Escuela Chan Harvard y autor principal del estudio, en la página web del centro. El doctor Máximo Vento, presidente de la Sociedad Española de Neonatología y jefe de sección de Neonatología del Hospital La Fe, en Valencia, opina que es un estudio concluyente porque todos los trabajos epidemiológicos que se han realizado con anterioridad han observado la misma asociación causal.

La microbiota bajo sospecha

¿A qué se debe? "En todos los estudios se ha visto que esta asociación puede estar relacionada con la microbiota", afirma Vento. El conjunto de microorganismos que se localizan en el cuerpo humano, formado por bacterias beneficiosas que intervienen en la digestión de los alimentos, en la obtención de energía de los mismos y que nos protegen frente a virus y bacterias dañinas, se desarrolla tras el nacimiento. "Cuando el niño nace por parto vaginal se impregna con la flora bacteriana que tapiza el canal del parto. Tras el alumbramiento, esa flora coloniza el aparato digestivo del bebé, lo que unido a la flora bacteriana que adquiere por la lactancia materna, da lugar al microbioma. Con la cesárea, el bebé nace en un ambiente estéril de quirófano y no recibe la flora vaginal de la madre", aclara el neonatólogo. Esta diferencia pone el punto de mira en las bacterias, pero ¿por qué ocurre? Según la investigadora Carmen Peláez, experta en microbiota intestinal del Instituto de Investigación en Ciencias de la Alimentación CIAL–CSIC, la clave radica en ese primer contacto con las bacterias durante el parto: "En el parto vaginal, el niño adquiere bacterias beneficiosas de la madre, tanto vaginales como anales. Son las primeras que se implantan en su intestino y las primeras que estimulan el sistema inmune y el metabólico. Pero cuando estas bacterias no son las adecuadas para que interaccionen con el intestino, como ocurre en los niños que nacen por cesárea que suelen recibir bacterias de la piel de la madre y del personal sanitario, se acaba desarrollando un microbioma con menos diversidad que puede conducir a cambios metabólicos y a problemas como la obesidad y el sobrepeso".

¿Se puede arreglar?

Los expertos coinciden en que la lactancia materna puede ayudar a restaurar la microbiota. "Solo en caso de que la madre le dé el pecho al niño, existe la posibilidad de que en unos meses se normalice la flora bacteriana", dice el neonatólogo, pero también matiza que en los niños de cesárea la probabilidad de que la madre abandone la lactancia materna es mayor porque tras la cirugía tarda más en aparecer la leche. Algo que también recoge un estudio realizado en la Universidad de Padua (Italia) con 2.173 recién nacidos y que concluyó que tanto la cesárea programada como la de urgencia están asociadas a una disminución de las tasas de lactancia materna exclusiva comparadas con el parto vaginal.

Carmen Peláez añade además otro elemento que puede mejorar la microbiota alterada: "La administración a la madre durante el embarazo y lactancia de prebióticos y bacterias probióticas en forma de productos alimenticios o suplementos podrían ser soluciones no milagrosas que ayuden a recuperar la normobiosis microbiana, elevar la diversidad e instaurar un correcto equilibrio metabólico en el niño a través de la leche materna".


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