Después de analizar las neuronas y los genes de unos monos japoneses que de forma espontánea tienen unas características similares a las de las personas que tienen trastornos del espectro autista, el equipo de Kyoko Yoshida, de la Organización del Cuidado de la Salud Japonesa, en Yugawara, ha visto que los animales no tienen las neuronas responsables y necesarias para reconocer y responder a los comportamiento y las reacciones que tienen las personas con su entorno.
Pero ahí no queda la cosa, también han visto que hay distintas variantes en dos genes que se habían relacionado previamente con alteraciones neuropsiquiátricas, entre las que se encuentran los trastornos del espectro autista. Teniendo en cuenta estos hallazgos, que publica hoy la revista Science Advances, los autores se atreven a decir que los monos con estas características de comportamiento y cognitivas deben estudiarse con más detalle, en lugar de ser excluidos como sujetos de investigación, que es lo que se está haciendo ahora. Normalmente esos animales con comportamientos fuera de lo común no se consideran en investigaciones fisiológicas básicas y parece ser que tienen mucho que decir.
Por eso, el equipo de Yoshida decidió centrar su trabajo en estos animales para observar cómo hacían determinadas actividades. Fue entonces cuando se dieron cuenta de que presentaban alteraciones para seguir las acciones de los otros y mostraban comportamientos obsesivos y repetitivos, que son elementos característicos de los trastornos del espectro autista.Para entender los mecanismos que están detrás de estos comportamientos atípicos, los autores registraron el funcionamiento de una neurona del córtex frontal medio, que es la zona del cerebro donde se procesa el comportamiento social, y también hicieron análisis genéticos.
De esta forma, pudieron observar que las neuronas de esa zona cerebral, que se pensaba que estaban activadas en respuesta a otras acciones, sencillamente no estaban en el cerebro de los monos con trastornos del espectro autista, cosa que no ocurría en los animales sanos. Además, pudieron identificar unas variantes genéticas en los genes HTR2C y ABCA13, que ya se habían asociado a los trastornos del espectro autista. Otra ventaja de estudiar este trastorno en los monos es que pueden ofrecer datos sobre un nuevo fenotipo-genotipo que ayude a entender mejor el autismo y otras patologías similares.
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