El Senado de Brasil votó el miércoles por destituir a Dilma Rousseff del cargo de presidenta de la República Federativa, en la última audiencia del juicio político (impeachment) en su contra, presidida por el juez de la Corte Suprema Ricardo Lewandowski.
Un total de 61 de los 81 senadores de Brasil decidieron destituir a Dilma Rousseff. De este modo concluye una sangría política que desde hace nueve meses mantiene en vilo a la mayor economía de América Latina, en ruta a su peor pérdida de riqueza en 80 años y que tiene a los principales partidos embarrados en causas de corrupción.
Reelegida en octubre del 2014, Dilma Rousseff (Partido de los Trabajadores, PT) es la primera presidenta mujer de Brasil. Está acusada de violar las leyes de responsabilidad fiscal en el manejo del presupuesto federal. Sin embargo, ella niega haber cometido delito alguno y señala que presidentes anteriores recurrieron a maniobras contables similares.
El proceso para destituirla se inició el 2 de diciembre del 2015, bajo la venia del entonces presidente del Parlamento, Eduardo Cunha.
En medio de una fuerte crisis económica y protestas contra el Gobierno, el político del Partido del Movimiento Democrático Brasileño (PMDB) autorizó una de las 28 demandas para tramitar el juicio político contra Dilma Rousseff, acusada de alteraciones en el presupuesto sin permiso del Congreso y peticiones de crédito a bancos públicos, un crimen de responsabilidad.
El siguiente paso fue el debate en la Cámara de Diputados, no sin antes pasar por un nuevo terremoto político. La Policía Federal arrestó al ex presidente Luiz Inácio Lula da Silva para declarar en medio de la investigación Lava Jato, que estaba a cargo del juez Serio Moro e indaga el escandaloso fraude que drenó más de 2.000 millones de dólares de la estatal Petrobras.
Entonces, Dilma Rousseff anunció que nombraría al líder del PT como ministro, pero la investidura no se llegó a realizar porque la Justicia de Brasil lo impidió.
De pronto, el 29 de marzo, el PMDB del vicepresidente Michel Temer decidió abandonar en bloque el Gobierno de Brasil, dejando al PT sin su mayor aliado con el cual había llegado a la presidencia un año antes.
Casi un mes después de la inesperada decisión, la Cámara de Diputados admitió el proceso de impeachment contra Dilma Rousseff por 317 votos a 115. Así la empresa pasó a manos del Senado.
El 12 de marzo quedará en la memoria de Brasil como el día en que la Cámara Alta aceptó por 55 votos a 22 juzgar a Dilma Rousseff. Y es que a partir de ese día —como dicta la Constitución— la presidenta fue suspendida del cargo y tomó Michel Temer las riendas del país. A su salida del Palacio de Planalto, Roussef dijo ser “víctima de una farsa política y jurídica”
Para el 25 de agosto se daría inicio a la fase final del proceso con miras a destituir a Dilma Rousseff, bajo el liderazgo del presidente del Supremo Tribunal Federal, Ricardo Lewandowski.
Durante su aguerrida defensa de casi 14 horas el lunes 29 frente al Senado de Brasil, Dilma Rousseff denunció que estaban a punto de cometer un golpe de Estado.
Finalmente, el Senado de Brasil debatió tras escuchar los alegatos de Rousseff y concluyó en una votación de 61 votos a 20.
Como manda la Constitución, el presidente interino Michel Temer prestará juramento ante el Parlamento de Brasil para terminar el periodo de gobierno de Dilma Rousseff. El suceso se dará antes de que viaje a China, para la cumbre del G20, donde pretende participar ya con el título oficial de presidente. Todo parece minuciosamente calculado.
El nombre de Temer también ha saltado en las revelaciones en torno al megaescándalo de corrupción en Petrobras, en varias delaciones hechas por acusados que buscan reducir sus condenas.
El político niega cualquier vinculación con la trama y la Justicia de Brasil nunca ha presentado cargos contra él.
Lo cierto es que lejos quedaron los días del milagro socio-económico en Brasil que inició Lula da Silva (2003-2010), padrino político de Dilma Rousseff, que sacó a 29 millones de personas de la pobreza y al país del mapa de hambre de la ONU.
Ahora, Michel Temer necesitará de gran habilidad para hacer alianzas en el fragmentado Parlamento, mientras carga con la sombra de "usurpador"
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