La Romana, República Dominicana.- Una vez más hemos sido testigos de que sin duda alguna, el hecho más implacable en la vida, es el paso del tiempo. La fecha del de Agosto de 2016 será recordada con suma nostalgia para todo romanense que en algún momento de su existencia pasó por las manos de los "Sres. Hoff" en el instituto que ellos fundaron como "La Nueva Era". Ese día, la casa que albergaba el centro de estudios del idioma Inglés, fue demolida para darle paso a una enorme edificación (contigua originalmente) que abarcó parte del área de la ahora desaparecida e icónica casa.
Fue diseñada pro el Arquitecto Tomás Auñón y sirvió por un largo lapso como residencia de una adinerada familia de apellido Armenteros.
La edificación tenía cumplidos unos 71 años, pero debo precisar que tras el cierre de "La Nueva Era" antes del nuevo milenio, estaba en venta y para sorpresa de muchos, porque se pensaba que la edificación dotada de 8 habitaciones, salas de estar, cocina, garage y enormes balcones, era propiedad de los Sres. Hoff.
En el caso particular, la demolición nos provoca cierto pesar de sensibilidad porque con su desaparición física, se van allí siete largos años de mis orígenes laborales como Profesor de Inglés, siendo uno de ellos, estudiante en el popular recinto. Una época cargada de mucha nostalgia y también de gratas experiencias sociales y educativas. Un mirar atrás lleno de compromiso y legado didáctico más interminables lecciones personales implementadas a estudiantes.
Ellos por demás eran innovadores de esa modalidad ya que fuera de la Escuela Abraham Lincoln del Central Romana, Ltd., los centros de estudio de idiomas eran contados en la ciudad.
Sin espacio a discusión, "La Nueva Era" era la referencia de lo mejor en su área en ese momento lo que provocó que un segmento de la población la visualizara como "una escuela de riquitos". El 14 de Octubre de 1988 fui certificado como estudiante de término de la entidad y luego partimos para una breve estancia en el Dominico-Americano para luego asentarnos en The Boston Institute (desaparecido), ambos en la capital dominicana.
Irónicamente el método era uno bastante sencillo, poco pretencioso, pero de vanguardia en ese momento: "English For A Changing World" que venía con sus respectivos libros de trabajo denominados "cue books" dentro de ellos y que sólo abarcó los primeros 3 volúmenes en sus respectivos colores púrpura, verde y naranja. Eventualmente me enteré que existían otros, pero nunca llegaron a ser incluidos en el programa del instituto.
También compartí funciones con un excelente cuerpo docente del cual debo mencionar con mucha afabilidad a Santo Feliciano, Ramón Penn y Yesenia Martínez.
Imposible olvidar las reiteradas ocasiones en que se entregaban y corregían los famosos "worksheets" (pruebines), manifiesto de los estudiantes en donde dejaban plasmados sus conocimientos adquiridos y que muchos otros, veían con temor y otros tantos con anhelo coleccionista. En ese apartado comparto con ustedes el hecho de que los también populares listados de estudiantes (usados para el récord de asistencia) todavía en la actualidad conservo los mismos.
El pequeño folleto salió en Octubre y apenas llegaba a menos de 60 páginas, pero era compacto a nivel de referencias rápidas en asuntos de estructura gramatical. Un día de 1998 me dirigía a "La Nueva Era" y me encontré con el impactante letrero que rezaba "se vende" (con teléfono incluido).
Aunque el ambiente era prácticamente normal a nivel de los Hoff, pensé que a lo mejor se acercaba el momento del retiro de éstos. Me acerqué ante Rowell y noté cierto rostro de preocupación y la vez afabilidad. No tengo memorias de verle de otra manera, aunque en algunas ocasiones emanaba cierta rectitud, pero nunca de manera descortés. Sutilmente me dejó entrever que había una posibilidad de cierre, pero yo tomé sus palabras como algo definitivo y tras unas aseveraciones, eventualmente me liquidó.
Una obra cargada de principio a fin de extraordinarias enseñanzas y vivencias personales del autor que sirven de ejemplo para emplearlas ante la idea que tengamos del trato humano hacia el prójimo. La entrañable amistad con el Sr. Hoff se vio matizada por sus siempre afables consejos (y tiempo) en su interés de hacernos ver la unidad de Dios, la humanidad y la religión según sus creencias religiosas. Tras el cierre definitivo del instituto, supe de rumores que habían partido a la China o la India. De manera irónica y a pesar de estar ya en una era tecnológica, el contacto fue nulo.
Ver ahora destruido el hogar de lo que fue "La Nueva Era", nos crea cierto nudo en la garganta y aunque hay más memorias alegres que tristes, es inexorable experimentar la sensación de decirle adiós a algo más que un edificio. Edificación que se la llevaron sin chance de despedirse de sus múltiples inquilinos estudiantiles.
De su abrupto cierre hasta su ahora rápida extinción, pasaron 18 años desde que lo pisé. Cuando pasaba por su frente todos esos años miraba con satisfacción, pero jamás llegué a despedirme porque asumí se convertiría en algo más quedándose con su espectacular diseño arquitectónico.
¡Adiós a la casa que alguna vez fuera de una familia y que en mi días iniciales como Profesor de Inglés fue la sede de "La Nueva Ea"!...
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