(Redacción)- La familia de las grasas tiene integrantes dignos de recomendar. Dentro de este grupo están los omega 3, ácidos grasos esenciales poliinsaturados, que el cuerpo no genera por sí mismo y entonces, es necesario ingerir.
La gran ventaja es que resultan beneficiosos para el corazón tanto en personas sanas como en aquellas con alto riesgo cardiovascular o que presentan una enfermedad de este tipo.
Y, si bien todavía se estudia la manera en que actúan, están comprobados los siguientes beneficios:
- reducen el riesgo de arritmias
- reducen los niveles de triglicéridos
- retardan el proceso de acumulación de placas grasas en las arterias.
Además, al tener un inigualable poder antinflamatorio, brindan buenos resultados en otras afecciones, como reuma, celulitis, artritis o lumbalgia, entre otras.
El omega 3 está presente en distintos alimentos. Entre ellos:
- frutos secos: especialmente, almendras y pistacho
- semillas de chía y lino: que pueden consumirse previamente activadas (triturándolas en un mortero) o en aceites.
- pescados azules: son aquellos con más contenido de grasas y que se alimentan de plancton. Algunos ejemplos: el salmón, el bacalao, el arenque y el atún. La recomendación es consumirlos esporádicamente, por los efectos adversos de la contaminación de metales pesados que existe en el mar.
- Mariscos: aunque contienen altas dosis de este ácido graso, también se aconseja ingerirlos en forma espaciada.
Para potenciar sus efectos, lo mejor es incorporar al mismo tiempo a la dieta omega 9, presente en la palta y el aceite de oliva.
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