Cuando la pérdida de masa ósea se hace más severa se puede producir osteoporosis, una enfermedad esquelética sistémica caracterizada por el deterioro de la microarquitectura de los huesos y por una resistencia cada vez más débil.
La osteoporosis no presenta síntomas y suele descubrirse recién cuando se produce la primer lesión grave o fractura, que generalmente se da en muñecas, caderas y vértebras.
Las fracturas de columna vertebral y cadera son las más complejas: la primera produce graves consecuencias -internación, tratamiento quirúrgico y mayor riesgos de mortalidad y discapacidad- y la segunda presenta un carácter asintomático.
La recomendación de los especialistas es que las mujeres se realicen una densitometría a partir de los 65 años y los hombres, desde los 70 años. En mujeres menores de 65 años se realiza un control en la postmenopausia siempre y cuando hayan tenido o tengan factores de riesgo como haber fumado, bajo peso, haber consumido corticoides o padecer alguna enfermedad como celiaquía. El diagnóstico temprano permite detectar esta enfermedad que no presenta síntomas y que se manifiesta finalmente con una fractura que podría ser evitada.
Su carácter asintomático la convierte en una "enfermedad silenciosa", con gran prevalencia en mujeres que transitan menopausia, momento de una disminución acentuada de los estrógenos. Si bien los hombres también sufren pérdida de tejido óseo, la padecen a menor velocidad que ellas.
En la Argentina, de acuerdo con los criterios de la Organización Mundial de la Salud (OMS), dos de cada cuatro mujeres mayores de 50 años tienen osteopenia (un nivel de deterioro óseo de menor grado que la osteoporosis) y una, osteoporosis propiamente dicha.
Con la edad no sólo se deteriora la calidad del tejido óseo, sino que además los músculos pierden su fuerza y su función. La persona siente de a poco que ya no tiene la misma velocidad al caminar o pierde la capacidad de respuesta rápida ante las caídas. Por ello también es necesario a determinada edad hacer una evaluación sobre el funcionamiento muscular integral, para acompañar la prevención de accidentes o fracturas a edades avanzadas.
El ejercicio físico, la vitamina D y una dieta rica en calcio son tres pilares infaltables en la lucha contra el desgaste óseo. La actividad física regular, una alimentación que incluya lácteos, una cantidad adecuada de ingesta de proteínas y exposición regular al sol son claves en la prevención del deterioro de los huesos. Por otro lado, tanto el cigarrillo, como la ingesta de alcohol son nocivos para el esqueleto.
Actividad física: En cuanto al ejercicio, media hora de caminata diaria alcanza para conservar tonos musculares y densidades óseas adecuadas, así como mejorar los reflejos y al mismo tiempo disminuir la incidencia de caídas que predisponen a fracturas.
Alimentación: También se necesita alrededor de 1300 miligramos de calcio diariamente, o lo equivalente a dos vasos de leche, una rodaja de queso, 2 cucharadas de ricota y un yogur bebible. También hay que tener en cuenta que hay otros alimentos que aportan calcio, como las legumbres, pescados y algunas verduras.
Sol: La vitamina D es de suma importancia para la buena absorción del calcio en el intestino. Sin embargo, está poco distribuida en los alimentos, ya que su fuente principal es la exposición al sol. La piel produce grandes cantidades sólo de esta manera. En estudios realizados por los profesionales del Hospital de Clínicas de Buenos Aires, se detectó una alta prevalencia de deficiencia de vitamina D en mayores de 65 años de todo el país. Sólo uno de cada nueve tenía el nivel adecuado y recomendado.
En verano se estima que se necesitan 5 minutos de exposición y en invierno media hora. En un promedio se recomienda una exposición de 15 minutos diarios, fuera de los horarios pico de radiación solar y centrada principalmente en cara, brazos y piernas.
0 Response to "Osteoporosis, la silenciosa enfermedad de los huesos"
Publicar un comentario